El Kwon (1° Parte)



Dedicatoria de la Sala de La Felicidad

    Que el duradero gozo se reuna en esta sala. No el gozo de un festín suntuoso, que se marcha tan pronto abandonamos la mesa, no el que trae la música - que es de una duración limitada. La belleza y la lozanía por un tiempo florecen, después marchitan. Incluso nuestra juventud se desvanecerá rápidamente.
    No, la felicidad duradera no reside en estas cosas, ni en los tres gozos del Jung Kung. Bien podemos olvidarlos, pues el gozo al que me refiero es diferente.
    Es el gozo del crecimiento constante, de ayudar a desarrollar en nosotros mismo y en los demás nuestros talentos y habilidades innatas - los regalos del cielo a los hombres mortales. Es revivir lo agotado y rejuvenecer lo que declina, de manera que podemos expulsar la enfermedad y el sufrimiento.
    Dejemos que el afecto verdadero y el feliz encuentro residan en esta sala. Corrijamos los errores del pasado y perdamos la preocupación por nuestros intereses egoístas. Con la constancia de los planetas en sus trayectorias, o del Dragón en su camino envuelto en nubes, entremos en las tierras de la salud y permanezcamos por siempre en sus fronteras.
    Fortifiquémonos contra la debilidad, y aprendamos a ser determinados, sin el mas breve lapso. Entonces nuestra resolución se convertirá en el aire que respiramos, el mundo en el que vivimos, seremos tan felices como peces en aguas cristalinas. Este es el gozo que perdura, que podemos llevar con nosotros al final de nuestros días. Entonces, dime si puedes, que mayor felicidad puede ofrecer la vida.


Escrito por el Profesor Cheng Man Ching
Ciudad de Nueva York, 1973
Dedicatoria colgada en el estudio de Tai Chi en la calle del Bowery, 87

Entradas populares