Acupuntura


“En todos los casos se actuará como si se estuviera al borde de un abismo,
como si se contuviera a un tigre, únicamente preocupado en lo que se hace”
(Su Wen cap. 25 - sobre el médico acupuntor)


La acupuntura, nombre dado por los jesuítas del siglo XVII en China a esta terapia, es la técnica en la que el terapeuta, mediante la punción con finas agujas, interviene en el flujo energético de la persona enferma para restablecer su equilibrio y promover la salud. El nombre chino de la técnica es Zhen Jiu (Chen Tsiou) y su traducción correcta es Aguja-Fuego, lo que explica la gran importancia de los tratamientos por moxibustión que veremos más adelante.

Podemos considerar a la acupuntura tan antigua como la propia China. Existen restos arqueológicos que evidencian el empleo de agujas hechas de sílex y jade en la edad de piedra. En el neolítico, además de agujas de piedra, se usaban agujas pulidas de huesos de animales y cañas de bambú. Bajo el imperio de Huang Di se descubrió el cobre y el mismo Emperador Amarillo fue quien prohibió el empleo de agujas de piedra sustituyéndolas por las de aquel metal según cita el Nei Jing. Sin embargo las agujas metálicas más antiguas fueron halladas en la tumba del matrimonio Liu Sheng, príncipe Jing de Zhongshan de la dinastía Han del Oeste (siglo II a.C.), son de oro y de plata, materiales que por su propia naturaleza potencian el efecto de tonificación o sedación buscado por el terapeuta.

La temprana evolución de la metalurgia en China proporcionó la base material para la fabricación de agujas e instrumental médico de diversas formas y usos. A medida que se iban acumulando experiencias en el tratamiento acupuntural fueron surgiendo nuevas exigencias en cuanto a la forma de las agujas; es así como nacieron las clásicas nueve agujas de la antigüedad. Las nueve agujas constituyeron un símbolo del desarrollo de la acupuntura, éstas son: Chan, para punzar superficialmente la piel; Yuan, con cabeza redonda para aplicar masajes; Chi, para presionar; Feng, para sangrar; Pi, para extraer pus; Yuanli, con cuerpo redondo y punta aguda para casos de urgencia; Filiforme, de amplio uso; Larga, para insertar profundamente en zonas de grueso músculo o grasa y Grande, para tratar enfermedades de las articulaciones. En la actualidad las agujas son de acero inoxidable, de diversos tamaños para distintos usos, algunas de las nueve agujas cayeron en desuso, las más empleadas hoy son la transformada aguja filiforme y la aguja de tres filos para sangrar, que equivale a la antigua aguja feng. Pero la manipulación adecuada y la responsabilidad del médico acupuntor sigue siendo la clave fundamental de esta terapéutica.

Uno de los primeros estudiosos que favoreció el reconocimiento científico de la acupuntura en occidente fue Bruce Pomerantz de la Universidad de Toronto quien, en 1979, documentó sus investigaciones respecto de la relación “dolor-mayor producción de endorfinas” por terapia acupuntural. Esto es de gran utilidad tanto ante una lesión leve como en los casos de anestesia acupuntural, empleada en China en intervenciones quirúrgicas de todo tipo, como por ejemplo extirpación de cataratas, resección de adenoma tiroidea, cesárea, laringectomía total, timpanotomía, operaciones en la región submaxilar, reducción de la articulación del hombro o apendicectomía, etc.

En la actualidad la anestesia acupuntural es empleada en Cuba como método anestésico de cabecera; su empleo comenzó como una alternativa ante la escasez de medicamentos provocada por su conocido bloqueo. Actualmente desarrollaron métodos tan eficientes que la gente los elige, pues no sólo se reducen los riesgos durante la intervención al mantenerse en óptimas condiciones las funciones vitales del paciente, sino que además se disminuye casi en un cincuenta por ciento el tiempo de permanencia hospitalaria en el postoperatorio, lo que de hecho reduce el costo para el paciente y para el estado, responsable de la salud de su pueblo.

Lo expuesto podría hacernos pensar que la acupuntura sólo actúa aliviando dolores o como “anestesia”. Desde ya que no es así. Eso sería, erróneamente, limitar esta medicina que actúa favorablemente en muchas patologías y desórdenes, aunque puede ocurrir cuando el paciente no modifica ciertos hábitos y conductas que su terapeuta le sugiere (patrones que condicionan o favorecen la aparición o evolución de un desorden) o cuando se usa la acupuntura sin conocer ni respetar sus principios y leyes. Esto es bastante usual, me refiero al uso de la acupuntura como terapia en la que al “pinchar” ciertos puntos estudiados de repertorios de síntomas y “vademécum” de puntos, se obtienen ciertos resultados. En este caso el problema está en que el modelo causa-efecto no siempre coincide con los postulados de la medicina china.

No todas las hipertensiones se tratan con los mismos puntos, ni los mismos puntos actúan de igual modo en distintas personas. En algunas oportunidades este método “menor”, que inevitablemente en occidente es a veces el camino de iniciación en la MTC, da resultados excelentes atendiendo a la sintomatología. Pero claro, tratar la causa de una enfermedad y curarla con acupuntura precisa, como sucede en cualquier campo de la ciencia, conocer profundamente sus bases, las que en este caso son los sólidos cimientos de una medicina que cuenta con más de 5.000 años de estudios, investigaciones y experiencia clínica.

Pero ¿cómo actúa la acupuntura?

Para responder a esto elegí transcribir (en forma textual) un fragmento del trabajo “The Body Electric” escrito por el Dr. Robert Becker, investigador en electrofisiología: “Aunque los neurofisiólogos habían estudiado el dolor (...) durante décadas, todavía no existía una teoría coherente sobre el mismo (...) la idea imperante en Occidente era que si la acupuntura funcionaba de verdad, lo hacía gracias al efecto placebo (...) Yo propuse una hipótesis más elegante. Los meridianos de acupuntura, sugerí, son conductores eléctricos que transportaban el mensaje de una lesión hasta el cerebro. Para corrientes medidas en nanoamperios y microvoltios, los amplificadores tendrían que estar a unas pocas pulgadas de distancia, igual que los puntos de acupuntura (...) como estrellas oscuras enviando su electricidad a lo largo de los meridianos, una galaxia interna que los chinos en cierto modo han descubierto y explorado (...) Si la integridad de la salud se mantenía realmente en la circulación equilibrada de una energía invisible a través de esta constelación (...)entonces diversos patrones de colocación de agujas podían en efecto armonizar las corrientes (...) nuestros registros indicaron que los meridianos estaban conduciendo corriente (...) Cada punto (…) tenía un campo (eléctrico) a su alrededor, con su forma característica propia. Era obvio (...) que las zonas principales de los mapas de acupuntura tenían, como se dice en la jerga científica, “una base objetiva de la realidad”.

Quienes deseen investigar más acerca de la realidad científica de la acupuntura deberán apoyarse en los trabajos de medición eléctrica y electromagnética de la piel y otros órganos, en la foto-termografía y procedimientos de fotografía bajo campos magnéticos que avalan el modelo anatómico postulado por los chinos.

Podemos encontrar algunos de estos trabajos publicados, como por ejemplo los llevados a cabo durante el I y II simposium de acupuntura y moxibustión de Beijing (Pekín), en donde se presentaron miles de casos, de las mas diversas patologías realizados durante más de diez años. Los trabajos mencionados fueron traducidos al inglés por la organización de dichos eventos, al francés por Bossy y Nguyen Van Nghi y al español por Méndez Oteo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce a la acupuntura y la Medicina Tradicional China habilitada para actuar en más de 43 desórdenes, entre ellos: trastornos gastrointestinales, urogenitales, ginecológicos, respiratorios, musculares, neurológicos, circulatorios, emocionales y psicológicos; desórdenes de la visión, olfato y oído, adicciones y medicina preventiva. Esto es de destacar ya que la raíz de esta medicina es netamente preventiva.

El listado publicado por la OMS incluye: sinusitis, tinitus, resfrío común, amigdalitis agudas. Bronquitis aguda, asma bronquial. Conjuntivitis aguda, retinitis central, miopía de niños, catarata sin complicaciones. Odontalgias, dolor post-extracción, gingivitis, faringitis aguda y crónica. Espasmos del esófago y cardias, hipo, gastritis aguda y crónica, úlcera duodenal aguda, colitis aguda y crónica, estreñimiento y diarrea. Cefalea y migraña, neuralgia del trigémino, parálisis facial, paresia, hemiplejia, neuropatía periférica, disfunción neurogénica de la vejiga, enuresis, síndrome cérvico braquial, “hombro congelado”, “codo de tenista”, ciática, dolor lumbar, artrosis, osteoartritis. Esta lista se refiere a la acupuntura en especial, pero recordemos que la medicina de los chinos no es sólo acupuntura, por lo que sin dudas este listado sería mucho más extenso si no se tomara aisladamente el resultado de la terapia acupuntural, sino que fuera evaluada en el marco de un tratamiento que incluya los diversos métodos terapéuticos orientales. Recordemos que esta forma de medicina representa a la medicina de cabecera de la tercera parte de la población mundial (China, Corea, Japón, Tailandia, Mongolia, Laos, Camboya, Nepal, Vietnam, etc.; incluyendo a los varios millones de personas que en occidente se tratan por medicina oriental como método alternativo, complementario o único).

La acupuntura tiene pocos riesgos. Los principales provienen del uso de agujas contaminadas o de la mala práctica al insertarlas y aunque casi no existen contraindicaciones, se recomienda no estimular los puntos vinculados al útero en embarazadas, y deberá usarse con mucho cuidado en pacientes muy debilitados.

Me parece bien aclarar que la acupuntura, al igual que toda medicina, no es infalible y que hay desórdenes y casos particulares que no podrán ser corregidos por esta vía, o en los que habrá menor grado de eficacia, tal vez puedan ser tratados con moxas, masaje, hierbas u otra clase de medicina. Pero sea cual fuese el trastorno y el camino que elija el paciente para tratarlo, el desorden volverá, semejante o con otra apariencia, si no se “trabaja” sobre las causas del mismo y esto en ningún caso depende sólo del terapeuta.

Pablo Garribia (2004).

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