25 años...
Hace 25 años no teníamos los dispositivos móviles actuales,
los smart phones, redes sociales, la red internet no era algo tan corriente
como el agua corriente. La historia de la evolución humana tiene estos saltos
increíbles. En tan poco tiempo tanto desarrollo.
A un árbol o a un bosque, que es capaz de arder en minutos, le lleva al menos 25 años estar en buena forma o recuperarse de los incendios.
Hace 25 años en Córdoba no existía el Qigong, quizás había
algunas semillas, pero no había ni muchas maneras de aprenderlo, ni existían
las bases como para que pudiera desarrollarse un buen árbol. Y si de Qigong o
prácticas internas se trata, sabemos el valor de un Buen Árbol, y de un buen
trabajo de preparación de los fundamentos, la práctica, los conocimientos
esenciales, me refiero a los cambios, los ciclos naturales, el cuerpo, la
respiración y por supuesto los principios filosóficos y bio-energéticos propios
de este maravilloso arte.
Hace 25 años tampoco sabía que estábamos fundando una
escuela. Un espacio sin precedentes por estas latitudes. Hoy esta disciplina se
ha extendido de múltiples formas, en todo el mundo. No solo en la modalidad de
ser transmitido, sino que ha ido ganando forma propia dependiendo del lugar y
el camino transitado por cada practicante.
Hace 25 años no existía la posibilidad de compartir un video
de una serie de ejercicios por una app, sin embargo existía el mismo afán
humano por compartir, por estar allí, disponible, para dar y recibir en el
momento oportuno. Todo esto ha ido cambiando. Hasta la “modalidad on-demand”,
que suele decirse, o la “modalidad asincrónica” pueden sumar, siempre que el
trabajo sea consciente.
Hace 25 años no tenía ni la menor idea de que tendríamos
tanto por aprender y desaprender.
Hace 25 años era otro siglo, se esperaba la llegada del
nuevo milenio. Y llegó y fue empezando de cero que llegó. Sin embrago ya estaba
ahí, mi camino como practicante ya tenía algunos años de trayectoria, y mis
ganas de seguirlo transitando y descubriendo con la curiosidad, el entusiasmo y
desenfado de mi juventud de entonces. Se plantó bandera como Escuela, y creció,
tuvo cuerpo y forma propia desde el comienzo. Muchas aves solitarias y algunas
bandadas se conocieron en este árbol. Jamás pensé que daría tanto cobijo y alimento. Jamás pensé que tendría tan buena compañía.
Hemos practicado en muchos lugares en estos años, hemos
vivido tiempos del mundo en donde vimos ataques terroristas, enfermedades
raras, que algunas hallaron cura, tiempos de grandes descubrimientos. Así llegó
el “2012 Maya” y trajo lo suyo, lo que hoy vivimos estaba anunciado, solo había
que tener paciencia. Y en casa aumentó el número de comensales, es que es una
Escuela Familiar. Y como familia hemos recibido incluso profes de diversas
latitudes que nos trajeron su arte y enseñanzas. Y seguimos construyendo y des-construyendo,
todo para seguir el camino. Y nos tomó por sorpresa una pandemia, como a todo
mundo, y ya pasó aunque aún duela, o hayan quedado cicatrices. Y algunos
pudimos seguir, y acá estamos, pues no olvidamos. Todo ha sumado, todo ha
quitado peso, con el tiempo… 25 años es mucho tiempo de trabajo, pero es apenas
una hoja en el viento, o una ola para el mar. Y es preciosa.
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